6 de diciembre de 2009

Un día 24 de junio... (fragmentos) 2/3.



Que comemos y que le dan de comer, ahí estaba mi abuelito y que ve a la niña chiquita que apenas empezaba a caminar, que la abraza mi abuelito y que le dice: “ven mijita, este es el último día que te voy a hacer caricias, vamos a bailar yo y tú porque mañana ya no me vas a ver”.

Que empieza a cantar: “lara, lara, lara, la”. Que nos sirve mi tía de comer y cuando terminamos –se acostumbraba dar las gracias después de comer: “gracias a Dios que ya nos dio de comer, y gracias de que me dejó vivir hasta este día con ustedes, hoy es último día que les doy molestias, ya me despido de ustedes”.

“Vamos a esperar a Silvano que venga”...
- Papá, ¿que me mandó usted llamar?
- Si, hijo, te voy a dar la bendición porque ya me voy.
- ¿Pues, a dónde se va?
- Me llama el Señor que ya me vaya yo, ya llegó mi hora, mi momento, por eso quiero despedirme de ustedes.

Al terminar que va mi abuelito para la huerta y yo siempre lo andaba siguiendo, que me dice: “ándale, hijita, híncate vamos a rezar”. Que se hinca, que besa el suelo, que llora: “Señor, aquí está tu siervo presente, de rodillas para darte gracias desde el momento en que nací hasta este momento que me has dejado vivir. En este momento te entrego mi espíritu y mi cuerpo y haz de mí lo que sea tu voluntad. Me entrego a ti, Señor, en cuerpo y alma, en tus manos dejo a toda mi familia para que la bendigas como me has bendecido a mí”.

Que me besa, me dio tres besos, que me abraza, que llora y lloro con él y me dice: “anda, adelántate y ve a preparar mi cama”. Que le voy a preparar su cama y le pongo el banquito para que subiera primero la rodilla, se sube a la cama y que acuesta.

"Caila Osorio, historia de una mujer de Metepec", Aguilar Garduño, Hilda. Investigación antropológica. 1992.