15 de febrero de 2011

Ropas negras. David Cooper.


¿Por qué de ropas enlutadas estoy vestido?
Luto es por las familias que tuve
por la locura que jamás tuve
pero que ahora me permito
por el amor que se ha perdido en el mundo
por los destinos de mis padres
por el amor completo que tuve
y destruí.
Sobre todo mi luto
es por mi propia muerte
por esta muerte que vivo tenazmente.
Y de luto estoy vestido porque ha muerto
el amor en el mundo.
Y porque no distinguen entre amor y muerte
estoy de duelo porque no distinguen pero también
porque distinguen demasiado
mi duelo es porque no soy capaz
de atravesar todas las difenciaciones en el mundo
y así del cosmos hacer una sola actividad
de duelo estoy por la aparente distancia
de estrellas y de galaxias porque no puedo encontrarlas
unidas todas en un lugar que es mi corazón
que es el corazón del mundo.
Estoy de luto porque los años de luz que hay entre
nosotros y Andrómeda son un mito que
la gente cree. Porque Andrómeda esta en nosotros y nosotros en ella.
De luto estoy porque no hay violencia
verdadera que nos libere asesinando
a la muerte, una violencia que amorosamente ponga una bomba
en el corazón de la muerte.
Pero sobre todo estoy de luto por mi propia muerte
Pero quizá también sea mentira
Quizá esté sólo de luto
Quizá sólo esté
Quizá pudiera ser un ser que puede ser
Pero tal vez es sólo que estoy de luto.

La muerte de la familia. David Cooper. Editorial Ariel, Barcelona, 1976 de la traducción castellana para España, pp. 147-148.

13 de febrero de 2011

Una muerte muy dulce. Simone de Beauvoir.

No se muere de haber nacido, ni de haber vivido, ni de vejez. Se muere de algo. Saber que mi madre por su edad estaba condenada a un fin próximo no atenuó la horrible sorpresa: tenía un sarcoma. Un cáncer, una embolia, una congestión pulmonar; es algo tan brutal e imprevisto como un motor que se detiene en el aire. Mi madre alentaba al optimismo cuando impedida y moribunda ella afirmaba el precio infinito de cada instante; asimismo, su vano encarnizamiento desgarraba el velo tranquilizador de la superficialidad cotidiana. No existe muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia cuestiona al mundo. Todos los hombres son mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente y, aun si la conoce y la acepta, es una violencia indebida.

Una muerte muy dulce. Simone de Beauvior. Hermes, Sudamericana, 3a reimpresión, 1987, pp. 121-122.

4 de febrero de 2011

En la muerte del duque de Veragua. Juana de Asbaje.


Detén el paso, caminante, advierte
que aún esta losa guarda enternecida,
con triunfos de su diestra no vencida,
al capitán más valeroso y fuerte,

al duque de Veragua -¡oh triste suerte!
que nos dió en su noticia esclarecida,
en relación los bienes de su vida,
y en posesión los males de su muerte.

No es muerto el duque, aunque su cuerpo abrace
la losa que piadosa lo recibe,
pues porque a su vivir el curso enlace,

aunque el mármol su muerte sobreescribe,
en las piedras verás el aquí yace;
mas en los corazones, aquí vive.

Poesías escogidas de Sor Juana Inés de la Cruz, Editorial Pax-México, 3a reimpresión, 1985, p. 43.