Detén el paso, caminante, advierte
que aún esta losa guarda enternecida,
con triunfos de su diestra no vencida,
al capitán más valeroso y fuerte,
al duque de Veragua -¡oh triste suerte!
que nos dió en su noticia esclarecida,
en relación los bienes de su vida,
y en posesión los males de su muerte.
No es muerto el duque, aunque su cuerpo abrace
la losa que piadosa lo recibe,
pues porque a su vivir el curso enlace,
aunque el mármol su muerte sobreescribe,
en las piedras verás el aquí yace;
mas en los corazones, aquí vive.
Poesías escogidas de Sor Juana Inés de la Cruz, Editorial Pax-México, 3a reimpresión, 1985, p. 43.