25 de agosto de 2010

La muerte y el tranvía 1/3.


Llegué sin dificultad a casa de Marisol, con la sensación de que me movía con soltura en el mundo endemoniado de los laberintos cotidianos, como un pequeño héroe que se acercaba triunfal a su destino. Me abrió la puerta su madre y me saludó con su estilo hosco y cariñoso donde la bienvenida se confunde con el reproche. Marisol me abrazó con fuerza, lo que interpreté como un efecto de la pasión; mientras Carla me veía con desconfianza y misterio. "¿Qué haces aquí?", me preguntó, como si sospechara que yo venía buscando algo que ella había adquirido por error. "Nada", le contesté, "quería visitar a Marisol". Como si mi respuesta no tuviera sentido en el mundo que ella vivía en ese momento me llamó a su cuarto. "Vení, te tengo que decir una cosa", y sin esperar que yo terminara de entrar me dijo de repente. "Mataron a tu papá".

La muerte y el tranvía. Nicasio Urbina. Crítica, Revista Cultural de la Universidad Autónoma de Puebla, Nueva Época, diciembre-enero, No. 64. p. 117.